La recomendación actual de la Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés) marca una pauta muy sencilla: hay que sustituir las grasas saturadas (que provienen de los animales) por las grasas monoinsaturadas o poliinsaturadas (aceites vegetales como el de oliva) para mantener la salud del corazón.
Precisamente, se considera que son las grasas monoinsaturadas del aceite de oliva las que ayudan a disminuir las lipoproteínas de baja densidad, comúnmente llamadas “colesterol malo” (transportan el colesterol desde la sangre hasta las paredes de las arterias y las tapan).
Además, no aumentan los triglicéridos y dejan igual o aumentan las lipoproteínas de alta densidad, conocidas como “colesterol bueno” (transportan el colesterol desde los tejidos periféricos o las arterias hasta el hígado para ser usado o expulsado).Ahora bien, el aceite de oliva se extrae de los frutos del olivo (las aceitunas) y existen dos tipos: aceite, aceite para frituras, grasa vegetal y aceite alto oleico.
1. El aceite de oliva extra virgen, que es el que se obtiene por medios únicamente mecánicos y en frío.
2. El aceite de oliva de consumo más frecuente, que es una mezcla de aceite de oliva virgen (20-25%) y de aceite de oliva refinado (75-80%), siendo el refinado aquel que se obtiene mediante métodos físico-químicos.
2. El aceite de oliva de consumo más frecuente, que es una mezcla de aceite de oliva virgen (20-25%) y de aceite de oliva refinado (75-80%), siendo el refinado aquel que se obtiene mediante métodos físico-químicos.
Lo anterior es importante ya que el aceite de oliva extra virgen, al estar menos procesado, es más rico en vitaminas solubles en grasa como la A, D, K y, especialmente, en vitamina E, que es un poderoso antioxidante.
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